Valle de Guadalupe
Visitar el Valle es un gran plan para ir con amigos o en pareja (o para dar anillo, como fue nuestro caso). Para llegar a Ensenada tienes que volar a Tijuana, y de ahí, rentar un coche y manejar hora y media en una de las carreteras más lindas de México con vista al Pacífico.
En el Valle de Guadalupe se produce alrededor del 90% del vino de todo México, en más de 100 vinícolas. El 75% de ellas son vinícolas boutique, pequeñas o medianas, con una producción anual menor a las 50 mil cajas de vino. El 25% son grandes, con una producción anual mayor a 50 mil cajas de vino. Es el lugar ideal para la viticultura, pues tiene un clima mediterráneo, similar al del sur de Francia.
Hay muchísimo que ver en el Valle y tendríamos que regresar varias veces para conocerlo todo, pero si es la primera vez que vas, estas son las visitas obligadas:
Antes de llegar al Valle de Guadalupe, hicimos la primera parada imperdible en Ensenada: “La Guerrerense”. Este es un simple puesto en la zona centro de la ciudad, donde haces fila (en ocasiones bastante larga) para disfrutar de las famosísimas tostadas de mariscos de Doña Sabina Bandera. Cuando pasen por aquí deben probar la tostada de ceviche de erizo con almeja, la tostada de ceviche de caracol o la tostada de paté de pescado con callo de hacha. ¡Todas están buenísimas!
Una vez que llegas al Valle, puede ser complicado elegir qué hacer, hay demasiadas opciones de viñedos para visitar y restaurantes por conocer. Nosotros llegamos ya con un itinerario y con reservaciones hechas, lo que nos facilitó mucho la agenda diaria.
Vinícolas
Nuestra primera visita fue a la Vinícola El Cielo. Llegas a una casa estilo mediterráneo muy bonita, donde te dan a escoger paquetes de degustación; seleccionamos el nuestro y empezamos. La experiencia fue buena, el trato muy amable y el vino que probamos, muy rico.
El segundo destino fue Casa de Piedra, un proyecto familiar que nació en 1997 de la mano del reconocido enólogo Hugo D’Acosta. El lugar es asombroso, pues es una bodega construida como menciona su nombre, completamente de piedra. Aquí la experiencia de cata es más formal, se realiza en una habitación con una barra, donde nos acomodamos y probamos 6 de los vinos icónicos de su vinícola.
Otra visita obligada es Encuentro Guadalupe. La propuesta es única: un hotel compuesto de 22 “casitas” repartidas en lo alto de un cerro con vistas inigualables del Valle. Nosotros nos quedamos ahí, y la experiencia fue excelente. Las habitaciones son únicas, el paisaje es espectacular y el servicio excelente.! Encima de todo, desarrollaron un concepto de bodega muy interesante, donde producen un número muy limitado de botellas al año (vino Flora y Fauna), mismas que sólo puedes comprar ahí.
Siguiendo con la agenda vinícola, llegamos a un concepto excepcional llamado Bruma. Su diseño es muy original, diferente a todo lo que habíamos visto en el Valle, el complejo es obra del arquitecto Alejandro D’Acosta, hermano del enólogo Hugo D’Acosta. El recorrido en Bruma fue espectacular, su vinícola está construida alrededor de un Encino de 300 años, con una cava subterránea cubierta por un emblemático espejo de agua. Con años de experiencia en bodegas en Burdeos, Francia, la enóloga Lourdes Martínez Ojeda aporta una nueva propuesta de vino a la región, y nos atrevemos a decir que lo están haciendo excelente. Nos contaron que tenían planes de abrir un hotel boutique, hoy ese hotel ya se encuentra funcionando y parece ser de lo mejor en el Valle.
Otra visita que nos sorprendió fue Decantos Vinícola. Como lo dice su nombre, esta es una joven vinícola que trabaja la producción de vino por medio de un innovador concepto de decantación o gravedad. Este lugar impone desde el momento en que llegas. El tamaño de su terraza, las vistas a través de sus enormes ventanas, el arte que rodea el lugar…pero principalmente, la zona donde elaboran el vino, por donde veas encuentras grúas, rampas, depósitos de acero inoxidable y de hormigón; hay casi 400 barricas de roble y una cava con una sala de catas inigualable. Un bono en nuestra visita fue el tour privado que nos dio Alejandro Granados, hermano de Alonso Granados, mente detrás de Decantos Vinícola.
Cerramos nuestro itinerario de vinos con una de las más grandes y reconocidas marcas de vino mexicano: Adobe Guadalupe, vinícola que bautizó con el nombre de Arcángeles a sus botellas. La visita fue más tradicional, te recibe una gran hacienda con esculturas de caballos en hierro (los caballos son una gran pasión de la propietaria, Tru Miller) y un viñedo de 21 hectáreas de diferentes tipos de viñas, rodeadas de huertos con árboles frutales, olivos y granadas. En la cata degustamos diferentes vinos, elaborados al estilo del viejo mundo con la más alta calidad. El recorrido de Arcángeles te presenta a Uriel, Gabriel, Serafiel, Miguel, Kerubiel y Rafael, así como otras dos propuestas muy interesantes, Jardín Romántico y Jardín Secreto.
Terminado nuestro recorrido, nos dimos cuenta que necesitas más de un viaje al Valle para realmente apreciar la variedad de propuestas y conceptos que se ofrecen. Otras vinícolas que se recomienda mucho conocer son: Monte Xanic (altamente recomendado), Norte 32, Las Nubes, Viñas de Garza y Santo Tomás.
Restaurantes
Gran parte del viaje al Valle de Guadalupe gira alrededor de la comida, y sobran lugares excelentes por probar. Desde la comida tradicional de Baja California, hasta los restaurantes que año tras año aparecen en las listas de los mejores restaurantes de Latinoamérica. El Valle ofrece una amplísima gama de opciones para comer bien y mucho. Nuestra experiencia así:
La mayoría de los viñedos tienen restaurante, tienda y algunos hasta hotel. Un highlight gastronómico es Concha de Piedra, un proyecto del enólogo y propietario de Casa de Piedra, Hugo D’Acosta y el chef Drew Deckman (hablaremos más de él después). En las palabras de Deckman, “las conchas son uno de los ingredientes más indicativos de Baja California,” y vaya que tiene razón. En pocas palabras, los mejores ostiones que hemos probado en nuestra vida. La idea es terminar tu cata, agarrar una periquera y disfrutar de los mejores ostiones y almejas del Valle, mientras brindas con vino espumoso de Casa de Piedra.
Pero si lo que se busca es vivir el ambiente rústico y relajado del Valle, sin duda alguna la mejor opción es Finca Altozano. La mayoría de los ingredientes utilizados en este restaurante son de su propio huerto o de ranchos vecinos. La idea es recorrer los amplios jardines de la propiedad, disfrutar la vista desde uno de sus múltiples miradores en forma de barrica y terminar instalado en una mesa para saborear su amplia carta de comida campestre, acompañado de una buena botella de vino. En nuestro caso, el tuétano rostizado fue un excelente platillo para empezar, seguido de codorniz y pulpo a las brasas. Pidas lo que pidas, la cocina del chef Javier Plascencia y su equipo te dejará más que satisfecho.
Algo es seguro: vas a tomar bastante vino. Así que se agradece llegar a una vinícola y encontrar una linda terraza con una tabla de quesos y carnes frías. El lugar perfecto para esto es Encuentro Guadalupe. Quizá tengan la mejor vista del Valle. En la misma terraza, el staff del hotel ofrece sangrías a los visitantes, lo ideal, ir al atardecer.
La recomendación que más nos hicieron fue Deckman’s en el Mogor, del chef Drew Deckman, originario de Estados Unidos, quien ha sido premiado con estrella Michelin y con el reconocimiento Rising Star en el año 2003. Su restaurante comenzó como un proyecto temporal, únicamente existía durante la época de la Vendimia, su propuesta era “de la granja a la mesa”, y resultó ser todo un hit. Hoy, Deckman’s es un restaurante establecido y permanente dentro del viñedo Mogor Badán. Nuestra sugerencia es ir por la tarde y disfrutar la cena durante el atardecer; las vistas y el color anaranjado del Valle son inolvidables. La combinación de sus entradas y platillos al carbón preparados con ingredientes locales, convierten a Deckman’s en uno de los mejores lugares que hemos visitado.
Nuestra última visita fue a Corazón de Tierra, uno de los “50 Mejores Restaurantes de Latinoamérica”. Como muchos restaurantes del Valle, Corazón de Tierra diseña su menú de acuerdo a la cosecha de su huerto y a la disponibilidad de los ingredientes de los productores locales. La mente detrás de este lugar es el chef Diego Hernández Baquedano, quien define su concepto culinario como “la suma de diferentes cocinas regionales mexicanas”. Prepárense para degustar un exquisito menú de varios tiempos y vivir una experiencia única. Si aún les quedan ganas de tomar después de un día de catas, se recomienda el “menú degustación”, donde además de deliciosos platillos, probarás cervezas artesanales y vinos de la localidad junto a cada manjar.
Es imposible probar la enorme oferta de restaurantes que conforman este increíble lugar.
Nuestra lista de restaurantes podría continuar con: Fauna en Bruma, Laja (otro en la lista de Los 50 Mejores de Latinoamérica), Malva, Latitud 32 dentro de la Vinícola El Cielo o el muy casual y famoso Cocina de Doña Estela.
¡La conclusión a todo esto es, debes conocer el Valle de Guadalupe!